El ojo de gallo es una especie de callo que se forma entre dos dedos de los pies, concretamente, en la unión entre ambos. Es algo bastante doloroso e incómodo y la fricción de los dedos al caminar empeora sus síntomas. También se llama “heloma interdigital”.

Como decimos, el ojo de gallo aparece sobre todo por la fricción entre los dedos, porque un zapato apriete demasiado en la parte delantera o por una deformidad de los huesos de la zona. Para detectarlo, en la Clínica Podosalud haremos una radiografía para descartar que detrás de esta afección haya otras causas de distinta naturaleza. Esta prueba diagnóstica permitirá deducir además si el ojo de gallo ha aparecido por un calzado inadecuado o por el roce de los huesos de los dedos de los pies.

El tratamiento

En la mayoría de los casos, el ojo de gallo requiere de intervención médica a no ser que el problema se deba al uso continuado de un tipo de zapato que favorezca la formación de estas callosidades. En ese caso, podría aparecer entre diferentes dedos y la solución pasaría por cambiar el tipo de calzado. Lo más recomendable será un zapato de horma ancha y aplicar geles que favorezcan la desaparición del heloma interdigital.

Si llega a ser necesaria la cirugía, esta consistirá en una pequeña incisión. De todos modos, si el ojo de gallo se ha formado por las particularidades óseas del paciente, más tarde o más temprano volverá a aparecer. En estos casos, cambiar el calzado o utilizar siliconas son soluciones temporales. La solución definitiva es, como decimos, proceder a una pequeña intervención quirúrgica.

En la mayoría de los casos se trata de la llamada cirugía percutánea. Es un tipo de operación menor que no requiere de ingreso hospitalario. Se hace una pequeña incisión de apenas 3 milímetros en la zona afectada y se introduce una lima para limar parte del hueso y evitar que siga rozando. Es un tipo de cirugía muy sencilla y el paciente podrá caminar el mismo día de la intervención. Tampoco existen pautas concretas para la rehabilitación. Normalmente, el paciente estará recuperado al 100% en dos o tres semanas y se podrá olvidar para siempre de algo tan molesto como son los ojos de gallo.