uñas negras en el deporte

Son una de las patologías más comunes entre deportistas, sobre todo cuando hablamos de atletas o esquiadores. Pero, ¿por qué aparecen uñas negras en el deporte? ¿Cuáles son sus causas y cómo podemos tratar este inconveniente? Vamos a tratar de explicártelo todo en este nuevo post de nuestro blog. ¡Comenzamos!

El cuidado de los pies es fundamental para cualquier persona que realice actividad física. Ya sea a nivel amateur, aficionado o profesional. En un artículo anterior, ya os explicamos, por ejemplo, cómo elegir el calcetín deportivo adecuado para cada persona y deporte. En esta ocasión, en cambio, vamos a centrarnos en una patología bastante común.

Las uñas negras en el deporte reciben el nombre de hematomas subungueales. Heridas bajo la uña, básicamente, y suelen darse principalmente en las dos primeras al encontrarse en las zonas externas del pie.

Se trata de un inconveniente muy habitual entre corredores por culpa de la acumulación de sangre bajo la uña afectada, adquiriendo un color oscuro que puede llegar a producir molestias, aunque tampoco es muy habitual.

Eso sí, para que una uña negra no derive en otros problemas más serios es preciso acudir cuanto antes a un podólogo que pueda encontrar su origen. Puede ser un traumatismo, pero también existirían otras causas.

Principales causas de las uñas negras en el deporte

Como decimos, son varios los motivos que pueden provocar una aparición de uñas negras en el deporte. Por ejemplo, correr medias y largas distancias es una de las razones más habituales. Pero no solo aparecen en corredores, sino que las bailarinas de ballet, los jugadores de fútbol, los tenistas, los esquiadores o los patinadores también pueden padecerlas.

En cualquier caso, más allá de un golpe, la causa más común es el roce continuo de los dedos con el calzado deportivo, pudiendo darse episodios de dolor cuando las zapatillas son excesivamente pequeñas.

Los traumatismos también suelen derivar en el hecho de sufrir uñas negras en el deporte, así como caídas. Para poder prevenir este inconveniente, es importante asegurarse que la talla de la zapatilla es la correcta, acudir a un podólogo con cierta frecuencia, mantener una higiene total de nuestros pies, calzado y calcetines o realizar un estudio de la pisada que localice posibles problemas.